lunes, 1 de febrero de 2010

Centroamérica y El Caribe: un rayo de esperanza

Hemos entrado al segundo mes del año, y el primero nos ha dejado una estela de acontecimientos, entre los que destaca la fatal tragedia del pueblo haitiano, en que la tierra se movió y un país terminó de adentrarse en su aparente eterna pesadilla. Sin embargo, esta fatalidad que ha marcado al país caribeño, aunque parezca paradójico e irónico, puede ser el principio de su renacimiento como nación, una que ha sido históricamente ignorada, pero que ante su indescriptible drama, después del sismo, ha despertado lo mejor del mundo: la amistad y la solidaridad. Es así como tiene que ser, ojalá no perdamos nunca eso de vista.


Ciertamente, la cuenca del mar Caribe ha estado conmocionada últimamente, a causa de la naturaleza, y es claro, también de la incidencia humana, en que la contienda y la polarización, ha sido el agravante. Eso incluye a Colombia y Venezuela. La primera nación sudamericana, con su eterna crisis, siempre vigente, y la segunda, envuelta en un modelo político-ideológico, que de la mano de su presidente, Hugo Chávez, ha incidido en toda América Latina, agudizando las crisis de la región. Y Centroamérica, no es la excepción. Como es sabido, Nicaragua forma parte del ALBA, y Honduras también lo fue, aunque por corto tiempo.


Y es el caso de Honduras el que viene al caso recalcar, sobre todo cuando ha tomado posesión de un nuevo presidente. La crisis política hondureña nos mantuvo en vilo durante toda la segunda mitad del año 2009, en un episodio de la historia del país y de toda Centroamérica, sin precedentes. Porque si bien es cierto, esta región se ha caracterizado por eternos conflictos político-militares, como guerras civiles, revoluciones y golpes de estado, no cabe ninguna duda que el caso hondureño ha sido muy “sui generis”. Tan así, que causó un enorme revuelo, no solo a nivel latinoamericano, sino también mundial, desatando una profunda controversia y mayor polarización, reflejada a través de una agitada e intensa cobertura mediática.


Sin embargo, y como era de suponer, fueron los hondureños, los que habían impuesto la pauta, los que al final definieron la situación. Las elecciones presidenciales de noviembre fueron llevadas a efecto sin atraso y problema alguno, de manera clara y transparente, donde el pueblo hondureño participó de manera masiva. El 27 de enero, el presidente electo, el conservador Porfirio Lobo tomó posesión, y se ha abierto una nueva página en la historia del país de las cinco estrellas.

Algunos eventos previos a este acto, son determinantes para sentar las bases de un año de normalización del clima socio-político de la nación, como la amnistía por “delitos políticos y comunes conexos”, aprobada por el Congreso Nacional, para los actores involucrados en esta zaga: el propio ex presidente Zelaya, los funcionarios del gobierno y altos mandos militares implicados. De tal manera, que el mandatario depuesto pudo salir del país con todas las prerrogativas de un ciudadano libre, acompañado del presidente de República Dominicana, Leonel Fernández, con destino a este país caribeño.


Otra decisión acertada del nuevo presidente hondureño, es haber incluido dentro de su gabinete a tres de sus cuatro candidatos rivales en las recién pasadas elecciones, donde el único excluido, por razones obvias, es el candidato del partido liberal. Este hecho marca también un nuevo precedente en el panorama político de Honduras, sobre todo cuando se trata de un gobierno conservador.

Dadas las circunstancias en esta historia, en que abundan los señalamientos de culpa de uno y otro lado, estas decisiones han sido las convenientes, si pensamos en los intereses de la nación, que incluyen la paz y el retorno a la normalidad del clima socio-político del país. Pero además, implica, estar sentando las bases para un proceso incluyente de diálogo y concertación de todos los sectores de la sociedad hondureña. Entre tanto, el mundo irá reconociendo al nuevo gobierno, algo tan necesario para comenzar el proceso de recuperación y reactivación de la golpeada economía.


Así que en el caso hondureño, fue quizás necesario este otro tipo de terremoto, para que una nación encuentre también el camino que lo guíe hacia el lugar que realmente merece en el concierto de las naciones del mundo entero. Esperemos que esto sirva también para que Centroamérica entera tome nota y sean depuestas las diferencias político-ideológicas y los intereses particulares, por el bien de nuestros países y la consolidación de la integración regional, basada en un auténtico modelo democrático, en que desarrollo social y humano son las bases del progreso y desarrollo integral. A veces, pareciera difícil ver el comienzo de esto, pero tampoco podemos ser tan negativos. Es un hecho que a pesar de los negros nubarrones que nos han envuelto, en medio de todo, es posible apreciar un nuevo rayo de esperanza.


Jorge Gamero Paguaga



No hay comentarios: