El calor era terriblemente infernal,
tanto, que las lágrimas, tan pronto caían en la arena
se escapaban hechas vapor.
El dolor era grande y tan infinita su pena,
que no había palabra que pudiera pronunciar,
sólo sollozos ahogados salían de su interior.
¿Por qué lloras Maestro… qué te hace sentir mal?
le preguntó su discípulo, dramáticamente preocupado,
y no era para menos impresionarse de manera tal,
tan solo minutos antes, alegremente compartían,
conversando y riendo durante el camino…
Y de repente, el Maestro, se detuvo y quedó paralizado,
y después, se tiró en la arena sobre sus rodillas,
con su rostro transformado, sumiéndose en la agonía.
Y ocurrió cuando estaban a un paso de su destino,
la humilde y antigua aldea que al Maestro viera nacer.
El discípulo estaba aturdido y desconcertado,
pues no había razón aparente para lo que veía…
¿Qué ha ocurrido Maestro…”, decía… ¿Qué ha de acontecer?
¿Por qué sufres… qué te ha dolido tanto, es algo que has recordado?
Y el Maestro, arrodillado en el suelo,
totalmente conmocionado, alzando sus manos,
“Padre… ¡¿no serán suficientes dos mil años…?!
Y el discípulo: “ ¿Dos mil años de qué, Maestro… para qué…?
“No puedes ver lo que veo, ante nosotros… ese inmenso muro…”
¿Cuál muro, Maestro…? ¿De qué hablas… por favor?
“Hablo, hijo mío, de lo que será en el futuro”
Y con la pena en su rostro reflejada, prosiguió:
“Parecieran ignorarlo… unos le llaman Yaveh…
otros le nombran Alá…”
Y en su nombre se alzarán en la más terrible de las guerras…
Como ayer y como hoy, se ausentarán el amor y la paz,
y correrá la sangre entre hermanos en esta querida tierra...
y será dividida por muros enormes, a causa del odio y el mal,
como lo será en el mundo entero…”
“¡Ay, Padre… la misión es dura! Dame fuerzas para soportar!
Y levantándose dijo:
“Vamos, hijo mío… sigamos nuestro sendero…
La carga es pesada y es tan solo el inicio,
hay batallas que librar, y muros que derribar…
por amor a la Humanidad…”
Y siguieron su camino,
mientras la última lágrima del Maestro se evaporaba,
desde donde ya la aldea se divisaba,
entre olivos y riscos,
justo allí, hoy un sitio sagrado, pero inseguro,
donde se alza ofensivo el horrible y oprobioso muro…
Jorge Gamero Paguaga
Israel y Palestina, seis decadas de guerra
Artistas contra el muro en Belén
Israel y Palestina, una guerra sin fin
El siguiente vídeo musical, es el reflejo de un sueño de la mayor parte de la humanidad, de hombres, mujeres y niños de todos las naciones, razas y culturas... Es una Canción de Paz...
¿Verdad que sería estupendo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario