sábado, 6 de junio de 2009

El medio ambiente y las poblaciones


Un turista extranjero, de cualquier país, visita Nicaragua, por primera vez, vía aérea. Su avión, aterriza en el aeropuerto interncional, baja y accede a las instalaciones del puerto aéreo, pequeño, pero moderno y muy bien cuidado. Queda gratamente impresionado y muy a gusto se dispone a iniciar su aventura en el país centroamericano… Otro turista extranjero, también de cualquier nación y por vez primera en el istmo, llega a territorio nicaragüense por tierra, desde el sur. Viaja en autobús, de una empresa privada, que opera en la región, de buena calidad y atención. Cruza la frontera, y se recrea con las espléndidas imágenes del gran lago Cocibolca, y el perfil imponente de los volcanes Concepción y Maderas que conforman la bella isla de Ometepe. Se da gusto observando además otras hermosas vistas de la ruta, y unas horas después, arriba a la capital. El bus entra en ella, y después llega a su destino, la terminal ubicada en un barrio popular de la ciudad. Toma un taxi y se dirige al hostal donde se alojará e iniciará su itinerario por el país tropical… Un tercer turista extranjero, llega también por primera vez a la tierra de Darío. Pero éste es de bajo presupuesto, viaja como mochilero, aunque es un intelectual apasionado del planeta, la naturaleza y el medio ambiente. Cruza la frontera del norte, y transbordando de bus en bus, después de varias horas, llega a la capital. El vehículo colectivo se dirige a la terminal, ubicada junto al agitado mercado de mayoreo. Y después de un viaje cansado, pero tranquilo, nuestro turista abre su boca y sus ojos, muy impactado. La basura abundaba, de todo un poco, pero por doquier se miraban bolsas plásticas, transparentes, de varios colores, chicas y grandes. Entonces, recordó que en algún lugar, había leído que la flor nacional de Nicaragua, se llamaba “sacuanjoche”, pero que había sido usurpada por bolsa plástica, adornando un oprobioso jardín de desechos, cultivado por sus habitantes, residentes y viajeros y abonado cada día por la ignorancia y el desprecio a un medio ambiente sano y agradable. “El tercer mundo”, pensó el turista, “tienen un país rico y hermoso, pero tienen mentalidad de pobres y no valoran ni cuidan lo que tienen. ¿Sabrán que el plástico puede llegar a degradarse hasta en más de cuatrocientos años…? ¡Qué terrible! Es un enorme problema la convivencia entre el medio ambiente y las poblaciones…”

Y es cierto. Nicaragua es un país pequeño, pero bello, bendecido por ricos recursos naturales. Pero pareciera que no lo sabemos. Por la misma causa de la basura en las terminales y paradas de buses, en los mercados y en las calles, es que hace muchas décadas, por una errada decisión, se contaminó el hermoso lago Xolotlán, por las aguas negras y las toneladas de basura tiradas en los cauces urbanos y arrastradas por las fuertes corrientes pluviales. Y por la misma razón que corrieron similar suerte las lagunas de Tiscapa y de Masaya, dos joyas hídricas naturales. Y es por esta falta de visión que también se talan los bosques, con el fin de explotar las maderas preciosas y nuevas tierras, ampliando la frontera agrícola, perjudicando incluso las áreas protegidas que son parte de los pulmones de La Tierra. Pero ciertamente, este problema no es solo de Nicaragua, lo pongo de ejemplo por ser mi país. Pero es un problema de la humanidad. Lo vemos y observamos en toda Centroamérica, en América Latina, en todo el continente y en el planeta entero. Es por ello que el clima está cambiando, por el efecto masivo de las poblaciones en el medio ambiente, tanto en el campo, como en las ciudades. No es nada nuevo, y es algo que se dice a diario, por todos los medios y en todas partes, pero parece que no terminara de calar tanta información, llamados de atención y apelación a las conciencias. Porque cabe señalar que esto no es una cuestión de ignorancia ligadas a las clases sociales. Acá, ricos y pobres hacen de las suyas, comenzando por las grandes corporaciones y transnacionales. Es un asunto que atañe desde los políticos o los más altos ejecutivos y tomadores de decisiones de cualquier parte del mundo, hasta los más simples y silvestres ciudadanos de áreas urbanas y rurales. Lo que ocurre es que para algunos es cuestión de intereses económicos y financieros, como el caso de los petroleros, y para otros, es por subestimar un hecho tan simple, como por ejemplo, no tirar la basura en su lugar, o no cortar un árbol para leña. Sin pensar que el daño se hace en volumen, al pensar todos de igual manera. Y mientras tanto, la atmósfera se sigue llenando de gases tóxicos, los mares se siguen contaminando, destruyendo la flora y fauna marina, también ocurre lo mismo con los lagos, lagunas y ríos, las selvas, bosques y hasta en las reservas naturales y su biodiversidad.

Pero el impacto de las poblaciones en el medio ambiente, también puede ser revertido. Así como hay actores sumamente nocivos, cuyo impacto es negativo, también está la contraparte que está dando la pelea y buscan incidir de manera positiva, concientizando y actuando. Me refiero a individuos, a organismos, instituciones, a sectores renovados que se han dado cuenta que es tiempo de hacer algo, para evitar el colapso. En mi propio país, donde ya abordé al principio, una realidad que perjudica, no todo está perdido. De hecho, así como hay quienes en su ignorancia, menosprecian el medio ambiente y la naturaleza, hay otros que se dan a la tarea de despertar a los primeros y llevar a cabo acciones que hagan la diferencia, para procurar la salud, mejorar la calidad de vida y potenciar los recursos turísticos. Por ejemplo, este día del medio ambiente, se ha iniciado una campaña intensiva de limpieza, denominada “Yo no tiro basura”, en que participan diversos sectores de la población, destacándose jóvenes ambientalistas y estudiantes de los colegios de la ciudad capital, jornada promovida e impulsada por instituciones del gobierno y no gubernamentales, trabajando en conjunto. Ya se ha venido trabajando en ello y se seguirá haciendo en el futuro. Un paso de suma importancia en cuanto a los recursos hídricos, es que ya está funcionando la planta de tratamiento de aguas servidas de Managua y después de varias décadas, el lago Xolotlán, comenzará a revivir. Y se está trabajando por limpiar el Lago Cocibolca y las lagunas, así como reforestar por todos lados. La cruzada se ha iniciado, son las cosas por las que vale la pena luchar y emprender, trascendiendo posiciones ideológicas o políticas. Y no cabe duda que llegará a calar y tendrá sus efectos en las mayorías. Sobre todo, porque está involucrada la juventud, llena de energía y consciente de que ser idealista, paradójicamente, hoy en día y más que nunca, significa ser realista. Y la realidad es que nuestro medio ambiente está en peligro y es necesario salvarlo. Y esto es algo, que dichosamente, también resuena en Centroamérica, en América Latina, todo el continente y en todo el planeta. Tenemos que hacernos la idea entonces, que el efecto de las poblaciones en el medio ambiente, puede ser revertido y convertirlo en un impacto positivo.


Jorge Gamero Paguaga

5 de junio de 2009

Día mundial del medio ambiente

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