Ya está sucediendo, y más rápido de lo que los mismos científicos pronosticaban. El clima está cambiando y el planeta se está recalentando. Es un hecho sabido por todos, no es una novedad, sin embargo, es preciso recordarlo siempre, a cada instante, para ver de qué manera podríamos cada uno de nosotros a contribuir a revertir este proceso.
La emisión permanente de los letales gases de dióxido de carbono a la atmósfera desde la época de la revolución industrial, favoreció las condiciones para que se creara un efecto invernadero que ha devenido en un calentamiento global que está trayendo consigo gravísimas consecuencias. Un solo grado en el aumento la temperatura de La Tierra, es capaz de las peores catástrofes. Ya lo estamos viendo: los fenómenos del Niño y de la Niña, el derretimiento progresivo de los glaciares y casquetes polares, la desertización de amplias regiones de los cinco continentes, precipitaciones pluviales intensas en sitios donde casi no llovía, y sequías cada vez más prolongadas en regiones que solían ser muy húmedas, mayor frecuencia e intensidad de huracanes y tifones en los mares donde han azotado siempre estos fenómenos, como el Caribe y el Pacífico, tropicalización de las regiones normalmente de clima templado, como Norteamérica y Europa… En fin, la lista es larga, y los efectos, devastadores. Se corre el serio peligro de una severa crisis alimentaria, a causa de la falta de producción de alimentos, escasez de agua potable, mayor pauperización de las regiones deprimidas del mundo, hambre, pestes, epidemias, incremento de las oleadas de inmigrantes del sur al norte, guerras por la sobrevivencia, inundaciones de las zonas costeras más bajas del mundo, incluyéndose importantes ciudades puertos de todos los continentes…
Realmente, el panorama antes descrito es desolador. Y no lo menciono con el afán de ser pesimista o alarmista, es simplemente para recordarlo una vez más y que tomemos conciencia al respecto. Es un asunto serio y no podemos pasarlo desapercibido, pues nos atañe a todos los habitantes de este planeta, sin excepción. Además, aunque pareciera que ya es tarde, aún es posible revertir este terrible proceso. Nosotros, simples ciudadanos, podemos contribuir dentro de lo que cabe: tirando la basura en su lugar y no en las calles, cauces, áreas verdes y demás sitios públicos, promoviendo el reciclaje de los desechos, respetando la naturaleza, la flora y fauna, tanto en la tierra como en el mar, no contaminando los cuerpos de agua, reforestando las zonas que solían ser arborizadas, o nuevas áreas, como en los bulevares y parques de la ciudad. O quizás, sembrando un solo arbolito donde se pueda y haga falta. Tratando de emitir menos gases contaminantes, lo que implica, darle por lo menos un buen mantenimiento a los automóviles en este sentido, y en los países y ciudades que tienen la fortuna de contar con un sistema de transporte público eficiente y de calidad, hacer mayor uso del mismo… Estas cosas se pueden hacer, sólo es cuestión de tenerle amor al planeta, al país, la ciudad y comunidad donde uno vive. Es dejar de ver estas recomendaciones que hacen los organismos y movimientos ambientalistas, como frases hechas o trilladas que hay que ignorar, y más bien comenzar a tomarlas en serio. Como en todo, es cuestión de actitud.
Y en lo que respecta a los poseedores del poder político y económico mundial, como las potencias y países desarrollados, las multinacionales, organismos financieros internacionales, etc., es un deber y una obligación imperativa hacer lo suyo, de lo contrario, la debacle, es inminente. Un paso vital es que todos los países del mundo ratifiquen el Tratado de Kyoto, pero además, respetarlo. (Firmado en 1997, este protocolo, establece que los países industrializados deben reducir sus emisiones de dióxido de carbono y otros de los llamados gases invernadero, que retienen calor en la atmósfera, hasta que lleguen en 2012 a un nivel cinco por ciento menor que el de 1990). Así pues, deben deponer los intereses creados en torno a la explotación de hidrocarburos y promover las energías limpias y renovables (biomasa, hidroeléctrica, eólica, solar, etc.). De hecho, en algunas naciones ya lo están haciendo, principalmente en Europa, con la fabricación de vehículos que no contaminan el ambiente (electricidad, biocombustibles, hidrógeno, híbridos, solares). Incluso, algunas grandes multinacionales petroleras, ya están haciendo cambios en este sentido. Pero no es suficiente, es una experimentación muy tímida, y claro, por lo costosa, de muy baja escala, donde los precios al consumidor son aún prohibitivos.
Pero los cambios se deben seguir dando y en serio, para ello, se deben deponer los férreos y radicales intereses en la industria del petróleo y demás hidrocarburos. Es un enorme desafío y parece poco probable que esto llegue a suceder. Pero no olvidemos que todos estos actores y grupos de poder, forman parte del mismo planeta que todos nosotros… y también sufrirán las consecuencias. De hecho, ya está pasando. Y, a menos que se vayan a colonizar Marte, como se ha dejado entrever, no podrán disfrutar por mucho tiempo de toda la bonanza que les ha traído su fuente de riqueza, que por cierto, ha sido la causa de los males de la humanidad en los últimos tiempos, como sangrientas guerras y crisis económicas, sociales, incluyendo luchas por la sobrevivencia en los países y regiones empobrecidas del mundo, sin olvidar el cambio climático, por supuesto. Como se puede ver, todo esto es un irónico círculo vicioso. ¿Acaso los responsables de esta situación no piensan en estos nefastos resultados? No lo dudo que lo hacen. Y ya veremos que puede más… El balón, que en este caso, podría ser nuestro propio globo terráqueo… sigue en la cancha… Mientras tanto, nosotros, no perdamos la esperanza, y hagamos lo nuestro, no como simples espectadores, sino jugando nuestro propio papel, donde quiera que estemos y vivamos. No podemos ser indiferentes, pues La Tierra sólo es una y es el único hogar que tenemos.
Jorge Gamero Paguaga
20 de octubre de 2008
Vea imágenes sobre el calentamiento global en el siguiente vídeo
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