El joven marinero salió de puerto un día,
lo hizo lleno de euforia, de retos, sueños y de amigos…
como lo hicieran Jason y los argonautas, en busca del vellocino.
“Ápex”, su velero, grande y fuerte, con su velamen desplegado imponente lucía,
surcando los mares bravíos, días, semanas, meses enteros seguidos,
era la empresa de un hombre, que resuelto y decidido, seguía su propio destino.
El sol lo guiaba de día y de noche las estrellas,
Y aunque eran tiempos que se creía que la Tierra era plana y centro del universo,
él sabía que era una esfera y que la absurda teoría estaba lejos de ser cierto,
aún cuando faltaban años para que Copérnico y Galileo dieran claras pruebas de esto.
Eratóstenes y Ptolomeo fueron su inspiración, y en las noches claras y mágicamente bellas,
se quedaba viendo hacia el cielo, señalando los astros y hablando a solas con gran pasión.
Y sus amigos, sus compañeros de viaje, que no entendían de ciencias y astronomía,
temían que a su capitán, víctima de la locura, le esperaría implacable, la terrible Inquisición,
cuando regresara a casa, acusado de sacrilegio, herejía y practicante de hechicería.
Estos nuevos argonautas compartían con su capitán su más ferviente anhelo,
descubrir nuevas y perdidas tierras que él creía que existían,
bañadas por océanos ignotos, inimaginables e inmensos,
entre su Europa añeja y la remota Cathai, en los confines de la esférica Tierra,
como le fuera revelado siendo niño, una noche junto al mar, mientras miraba hacia el cielo…
cuando una voz le susurrara: “Sigue tu Ápex… no pierdas tu Vega…”
y le hablara de un lugar fabuloso, lleno de grandes riquezas y de insondables misterios,
lo que cautivara a sus amigos y los llevara a acompañarle en la aventura de sus vidas,
para regresar a casa con tesoros increíbles y llenarse de gloria al conocerse su épica odisea.
Y lo que estos marineros ignoraban, era que su capitán iba tras su propio sueño,
que iba más allá de su expectante descubrimiento,
y era quedarse para siempre en su paraíso terrenal,
lejos de un mundo cubierto por el macabro manto del oscurantismo medieval,
donde su pasión por las ciencias y los astros eran válidos argumentos
para llevarlo a la hoguera después de terribles torturas y el peor de los sufrimientos.
Un viaje sin retorno, lo que a su tiempo, sus amigos leales sabrían y entenderían,
acompañándole los que quisieran y regresando los demás a casa con su carga de riquezas.
Y por fin, tras meses en los mares, que ya eran tropicales,
en el azul intenso del cielo, gaviotas blancas asomaron…
Para el capitán y sus navegantes, la alegría era inmensa,
al saber que sus más locas y fantásticas teorías, eran mágicamente reales,
y se abrazaron riendo, cantaron alegremente y como niños jugaron,
seguirían el horizonte, donde tierra desconocida les aguardaba,
para entonces, ya la tarde caía, y el cielo azul se hacía gris y el viento cada vez arreciaba…
No acabaron de llegar cuando el huracán desató toda su fuerza,
la noche había llegado y con ella, la peor pesadilla de los mares.
Los navegantes jamás vieron antes semejante furia de la naturaleza,
un diluvio inclemente, rachas de viento violentas, olas gigantescas e infernales,
hicieron añicos al velero, y de paso de los marineros, su alegría y sus sueños,
destruyendo su épica gesta, en la que pusieron sus ilusiones, su energía y su empeño.
Y vino entonces el golpe y la más negra inconsciencia…
y para nuestro joven marinero, hubo un tiempo sin tiempo,
donde pudieron ser minutos o interminables horas, que para bien o para mal,
le evitaron la agonía y el peor de los tormentos…
Y como un sorprendente milagro,
justo cuando llegaba el alba, despertó lentamente al escuchar una voz susurrar:
“Despierta, marinero… tienes que saber acerca de algo…”
Y el navegante, tratando de erguirse, haciendo un supremo esfuerzo:
¿Quién eres… quién me ha hablado…? No te veo…
“Me percibes, y lo que importa, no es siempre lo que se mira… “
Y las lágrimas salieron de los ojos del joven aventurero…
“Todo lo perdí… mis amigos, mi velero Ápex y mis sueños…”
Y el de la voz: “no es así, seguiste tu Ápex, y fuiste tras tu Vega, tu Alfa de Lira…”
“Tu Ápex no es tu velero… es tu viaje hacia tu estrella, a tu ansiado destino…”
Y el marinero, emocionado, levantó su cabeza de la arena…
“¡¿Eres tú… de veras eres tú...? ¿No fuiste acaso fruto de mis locos sueños de niño…?!”
“Soy yo… el mismo, y he vuelto para decirte que se acabaron tus penas…
Creíste y fuiste fiel a tu meta y a tu sueño, y hasta lograste que tus amigos te siguieran…”
“Y ellos…? preguntó… ¿que es de ellos ahora…?
“Sigue sobre la playa rumbo al poniente… al lugar donde ellos esperan…”
La alegría invadió a nuestro marinero, e irguiéndose por completo, observando la aurora…
“Lo he logrado entonces… he llegado a mi destino…?”
“Sí… estás a un paso de tu Vega, tu Alfa de Lira… tu estrella, el final del camino…
Ve… hay muchas sorpresas tras esas selvas, como no puedes imaginar…
pero ahí oculta, se encuentra tu felicidad y verás tu estrella brillar…”
Y la voz ya no se escuchó más, dejando al marinero completamente feliz,
Y comenzó a correr por la playa, mientras reía y gritaba como loco…
Y mientras avanzaba, unas voces lejanas se fueron dejando escuchar poco a poco…
Pasarían muchos años para que un Almirante, estas nuevas tierras llegara a descubrir,
el navegante que fuera tras su propio sueño, considerado igual una quimera,
pero que alimentara sin vacilar, convencido también que la Tierra es una esfera,
logrando convencer a sus amigos y hasta a los poderosos reyes de Castilla y Aragón,
y se lanzara a la mar, para acortar camino a las lejanas Indias orientales,
y por accidente llegara al mundo donde un día arribara nuestro nuevo Jasón…
Más tarde, conquistadores, cual monstruos en sus caballos y con sus armas infernales,
someterían las misteriosas tierras , sus ancestrales razas y sus inmensos imperios…
Pero nunca imaginaron que una vez en el pasado,
un marinero impetuoso, ya había cruzado el ancho mar,
y había llegado a su destino, desafiando hasta la propia muerte.
Y los fieros conquistadores, hicieron lo imposible por encontrar El Dorado,
pero ciertamente, jamás lo pudieron hallar…
y no porque la ciudad que se creía de oro, fuera mito o inexistente,
sino porque era ésta el destino en el nuevo mundo,
era Vega, Alfa de Lira, la estrella por alcanzar,
del marinero, que tras su ápex sin parar,
en un sitio mágico y profundo,
un día lleno de gloria… por fin, lograra encontrar…
logrando la enorme riqueza de vivir una vida nueva en libertad y en paz…
Y en el futuro lejano…
tras miles de millones de años…
nuestro sol y nuestra Tierra… seguirán su camino,
hacia Vega, Alfa de Lira, en su ápex imparable, hasta encontrar su destino.
Jorge Gamero Paguaga
1 de febrero de 2009
Astronomía y mitología: La constelación de la Lira (Véase en el siguiente link)
Mitologia: Lira
El ápex solar
La astronomía logró dilucidar hacia donde se dirige el Sol, su sistema planetario, y por lo tanto nuestra Tierra, en su trayectoria alrededor de la galaxia de la Vía Láctea. Se trata de Vega, de la constelación de Lira, unas de las estrellas más hermosas del firmamento visible. Este viaje especial en el espacio es conocido como “ápex solar” (Earth Sky).
La velocidad de La Tierra
Como pasajeros en la Tierra todos somos llevados alrededor del sol a una velocidad media de 66600 millas/h (100000 km por hora). A esta vertiginosa velocidad hay que agregar el hecho de que estamos rotando (en el ecuador) a unas 1000 millas por hora (1600 km/h). Por supuesto, estas velocidades son relativas (en relación con el sol y los polos, respectivamente). La razón por la que no se siente la velocidad es la misma razón, por la cual quedamos sujetos a nuestros asientos en un avión, mientras éste se mueve a una velocidad constante. La velocidad sólo puede medirse con referencia a otro objeto moviéndose a una velocidad diferente, y no la podemos sentir en un marco de referencia constante. Pero además, todo nuestro sistema solar se mueve en todo el centro de nuestra galaxia a la velocidad inconcebible de 560000 mph. (900000 km/h). La galaxia también se está moviendo con respecto a otras galaxias en el universo. Y, por lo que sabemos, el universo entero se está moviendo a velocidades que desconocemos. Extraído y traducido de:
LiveScience.com: Life's Little Mysteries - How Fast Does Earth Move?
La Conquista del Paraíso (El Universo), de Vangelis
La belleza del Nuevo Mundo la aborda Enya con su bella voz: Orinoco Flow
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