miércoles, 25 de marzo de 2009

Centroamérica se está moviendo

Como todos sabemos, el FMLN ganó las elecciones en El Salvador el pasado 15 de marzo, marcando un hito en la historia del hermano país, pues es la primera vez que la izquierda llega al poder. Lo que no logró hacerlo por las armas en el pasado, lo ha conseguido a través de las urnas y del ejercicio democrático, en el presente. El pueblo salvadoreño ha decidido, y sus razones han de tener para haber puesto fin a 20 años de gobierno consecutivo de la conservadora ARENA. Los amplios sectores mayoritarios de la población, cansada de las crisis socioeconómicas, está apostando por el cambio al dar un giro de timón radical hacia el extremo opuesto.
La verdad de las cosas es que no importa la tendencia ideológica de los gobiernos de nuestros países de Centroamérica y toda Latinoamérica, siempre y cuando responda a los verdaderos intereses de las mayorías, eternamente deprimidas. Allí vemos los casos de Brasil y Chile, donde sus gobiernos con tendencia de izquierda democrática, son realmente ejemplares. Tienen sus problemas, es cierto. Pero ¿acaso no habrían de tenerlos? Es algo normal y natural, lo bueno es que con la cabeza fría, esos gobernantes buscan las soluciones más adecuadas y sensatas a las crisis, sin perder la perspectiva. De hecho, es genial que para el presidente electo de El Salvador, el periodista Mauricio Funes, uno de sus paradigmas de mandatario, sea Lula Da Silva, un hombre que pasó de ser un obrero sindicalista al presidente de su país, demostrando ser un genuino estadista, al lograr la convivencia y el consenso entre todos los sectores socioeconómicos de su gran país, dando prueba que algo así es realmente posible.
Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de otros mandatarios y líderes latinoamericanos que dice pertenecer a la misma tendencia. Ellos si han perdido la perspectiva y se han centrado en la demagogia y el populismo, así como en crear conflictos y contiendas a nivel regional e internacional, sin necesidad alguna. Y lo que es peor aún, dicen ser progresistas y buscan el bienestar de sus pueblos, y su discurso es de constante ataque al capitalismo salvaje y las oligarquías, cuando ellos se han convertido precisamente en capitalistas y oligarcas. ¿Será que ni ellos mismos se han enterado de tal cosa? ¡Claro que sí! Y usan a sus pueblos para hacer creer lo contrario. El atraso de estos ejercicios de poder es más que evidente en hechos tan absurdos y anacrónicos como el culto a la personalidad y tomas de decisiones claramente dictatoriales y tiránicas.En Nicaragua se supone que ya hubo cambio con la tendencia del actual gobierno, pero hasta el momento, el mismo ha dejado mucho que desear. La ciudadanía está más polarizada que nunca, y la crisis que afecta al mundo, aquí está comenzando a sentirse doblemente, pues la mayor crisis ha surgido desde adentro. Ojalá nuestro presidente, pueda observar a los estadistas que están haciendo las cosas bien, o al menos lo mejor posible, a conciencia. En el caso del presidente de Venezuela, a pesar de sus desmanes, al menos ha demostrado que tiene un auténtico respaldo popular, con elecciones y referendos transparentes. Pero en Nicaragua, no puede ni siquiera decirse tal cosa. Es una pena, pero es la realidad, con una institucionalidad violentada, un sistema y unos procesos electorales totalmente viciados, donde existe un poder del Estado que sale sobrando (Consejo Supremo Electoral), pues el poder en este caso es del pueblo y basta con un instituto técnico para hacer esta labor, como es lo usual en otros países. Se debería de tomar nota y ver el ejemplo estupendo de El Salvador, donde el FMLN ganó unas elecciones limpias y transparentes, muy observadas y con unos resultados que fueron conocidos en tiempo y forma. Es así como se hacen las cosas. Y no es de dudar que nuestro hermano país, a pesar de las crisis y problemas, sea un nuevo ejemplo de cómo puede andar un país de nuestra golpeada región. Así como el gigante Brasil ha sabido sortear los obstáculos, no cabe duda que el querido pulgarcito de América, si sigue la ruta correcta, también lo pueda lograr. Sí, Centroamérica se está moviendo, para bien o para mal. Esperemos que sea para bien, claro, hacia adelante. Incluso, si el presidente de Nicaragua reconoce y corrige sus errores, a lo interno del país, las cosas mejorarán mucho. Contamos con los recursos naturales y humanos para lograrlo, pero es preciso atraer las inversiones, así como seguir contando con la cooperación internacional y atacar con fuerza los eternos y nefastos flagelos del desempleo y la pobreza. Pero para ello necesitamos estabilidad y un clima de verdadera paz. La democracia sin paz y libertad, deja de ser democracia. No se trata solamente de que el pueblo vaya a las urnas y vote, sino que las elecciones sean transparentes y se respete la decisión popular, no que se manipule. Es ahí donde se comienzan a garantizar los principios de paz, libertad y respeto a los derechos humanos.Con todo y los problemas, hay que creer que habrá un espacio para la sensatez y las cosas comenzarán a marchar bien, por el bien de todos. Y al decir esto, me refiero a toda Centroamérica, porque somos una sola región, lo que afecta a uno de nuestros países, afecta al resto. Es por ello que debemos arreglar nuestros conflictos internos para continuar con un proceso de integración sano y seguro. Debemos evitar a toda costa que esta empresa que tanto ha costado, sea puesta en riesgo. No nos permitamos perder de vista el objetivo de la unidad y la fortaleza, juntos. Ahora, más que nunca, viendo el lado positivo de las circunstancias, con una región que se verá más homogenizada, podría presentarse la oportunidad de lograr importantes pasos hacia la integración. Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, tienen que tener la misma misión y visión, de cara al futuro. No importa quien mande en los países, los partidos y tendencias ideológicas, es lo de menos quienes son los mandatarios. Lo que realmente importa es que las cosas se traten de hacer de manera correcta. Deponer los intereses particulares y trabajar por el bien de toda la comunidad centroamericana. Perfectamente se puede pasar de la retórica y las palabras a los hechos. La fórmula para lograrlo se llama voluntad política.
Jorge Gamero Paguaga
23 de marzo de 2009

Todo cambia, Mercedes Sosa

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