sábado, 19 de diciembre de 2009

De Kyoto a Copenhague





La imagen anterior le dio la vuelta al mundo en octubre de 2009, cuando el presidente de Maldivas y 12 miembros de su gabinete, llevaron a cabo su primera sesión submarina, a cuatro metros de profundidad y a unos 35 kilómetros de distancia de Male, la capital del país. Pero esta singular reunión no fue realizada con el objetivo de salir de la rutina y cambiar de ambiente, sino de llamar la atención del mundo ante los efectos del cambio climático, donde esta pequeña nación, conformada por un archipiélago de diminutas islas coralinas, corre serio peligro de desaparecer. Y es que el recalentamiento global es una realidad irrefutable, un proceso que lamentablemente está en marcha más rápido de lo que los científicos se hubieran podido imaginar apenas una década atrás.




El derretimiento de los casquetes polares es uno de los efectos que ya estamos viviendo, y al aumentar el nivel de los mares, pequeñas islas como las Maldivas, las Seychelles, en el océano Índico, y centenares más del Pacífico Sur y otras latitudes, quedarían virtualmente bajo las aguas. Pero no sólo islas, sino las costas bajas de todos los continentes. Pero como sabemos, las consecuencias van más allá de esto. Los trastornos del clima pondrían en riesgo la producción de alimentos en el mundo entero, causando una debacle sin precedentes.



Pero el llamado de atención del presidente de Maldivas y su gabinete, pareció no haber tenido mucho eco. El día de hoy, viernes, 18 de diciembre de 2009, después de 11 largos de días de reuniones y debates, concluyó la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático, en Copenhague, la capital de Dinamarca. Las expectativas en relación a esta cumbre, eran enormes, pues el objetivo era renovar el Protocolo de Kyoto, de 1997, cuyos alcances son hasta el año 2012. El fin es el mismo: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero había que actualizarlo, además de revisar algunos asuntos pendientes, como la ratificación de Estados Unidos de Norteamérica, que nunca lo hizo. De hecho, de esta nación y la también enorme y populosa China, proceden las mayores fuentes de contaminación del planeta.



Sin embargo, en este nuevo evento, los resultados no fueron satisfactorios. Se logró un acuerdo entre algunos países: EEUU, China, Brasil, India, y Sudáfrica, encaminadas a reducir las emisiones de gases contaminantes, donde se propone la reducción del 50% para el año 2050, por debajo de los niveles de 1990 y se advierte que el recalentamiento global nunca debería exceder los 2 grados centígrados. Pero este instrumento no es para nada vinculante, de tal manera que no obliga a los signatarios a darle cumplimiento. Y sin el ánimo de ser pesimista, sabemos que este tipo de acuerdos no pasan del papel y quizás, en algunos casos, de las buenas intenciones, pues como siempre, suelen prevalecer los verdaderos intereses.



La próxima reunión sobre el tema será en México, quedando en el aire la sensación de haber primado el interés e importancia que realmente reviste este tema, a juzgar por el desarrollo y los resultados. Y como siempre, las divergencias político-ideológicas y medición de fuerzas, fueron el escollo en esta cumbre del más alto nivel, sobre todo al final, cuando los jefes de estado se centraron en discursos más de forma que de fondo. En fin, de Kyoto a Copenhague, pasando por Bali, Bangkok, Bonn y Poznan, las agendas y los eventos han sido realmente de una enorme intensidad, pero mientras tanto, las causas del recalentamiento global seguirán también su ruta, hacia el desencadenamiento de sus terribles efectos.


Jorge Gamero Paguaga



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