domingo, 15 de marzo de 2009

El planeta de los inmigrantes (Parte I)

Los desheredados de El Ejido : Cerca de 3.000 inmigrantes africanos, los últimos en cruzar clandestinamente la frontera, sobreviven en Almería entre ratas y basura (El País digital, España, 31 de octubre de 1999)

Migración: Seis mil 742 deportados cada mes. Autoridades de EE.UU. y México están endureciendo los controles (La Prensa Libre, Guatemala, 30 de agosto de 2004)


UE deportará a latinos ilegales: España repatriará a inmigrantes indocumentados provenientes de Ecuador y Colombia el próximo mes, en el marco del plan acordado junto a Francia, Italia, Alemania y el Reino Unido para luchar contra la inmigración ilegal en esos países. (BBC Mundo, 22 de septiembre de 2005)


Redada contra inmigrantes destruye comunidad en sur de EE.UU (El Nuevo Herald, 09 de octubre de 2008)

Reportaje: Inmigrantes en paro, sin dinero y sin futuro: Miles de inmigrantes vagan por Jaén en busca de alguien que los contrate para la aceituna. Los españoles en paro copan las cuadrillas y muchos extranjeros no tienen faena ni adónde ir. (El País digital, España, 25 de febrero de 2009)

NY Times pide fin de abusos contra inmigrantes (© 2009, The Associated Press, March 4, 2009)



Los titulares anteriores son un ligero reflejo de la tragedia de los inmigrantes en los últimos diez años. Pero como sabemos, este no es un fenómeno reciente, ni mucho menos. Aunque el origen de la humanidad podría ser mucho más antiguo y misterioso de lo que podrámos sospechar o imaginar, según la teoría de la evolución, avalada por la ciencia de hoy, la humanidad se ha estado moviendo de un lugar a otro desde sus inicios, cuando los primeros homo sapiens se desplazaron desde el corazón de su Africa originaria a todos los confines del mundo, a través de cientos de miles de años, en que evolucionaron las razas y las diversas culturas, de acuerdo a las latitudes que se iban habitando. Supuestamente, es por ello que hasta en nuestro continente, que fue el Nuevo Mundo para los europeos del siglo XVI, ya moraban los mal llamados "indios", desde la actual Alaska hasta la Patagonia. Se supone que lo mismo ocurrió con el novísimo continente de Oceanía, donde también ya estaba habitado por otra raza de aborígenes muy diferentes. Sí, el ser humano nunca está quieto, siempre está buscando como moverse, desplazarse, ir siempre más allá, como está sucediendo ahora mismo con las ansias de conocer el universo.



Los europeos mismos hicieron todos estos descubrimientos de nuevas tierras, razas y culturas, casualmente por ese espíritu aventurero y migratorio. Para que se conformaran las actuales naciones del viejo continente, hubo muchos movimientos, desplazamientos, invasiones y ocupaciones. Para que se instauraran por fin las formas de gobierno regidas por leyes constituidas, antes prevalecía la ley del más fuerte. Es así que las naciones europeas, tienen sus bases en las culturas griega y romana, pero cada una con el sello de los pueblos que la habitaron por siglos. Un ejemplo claro es España, que ya estaba habitaba por antiguos pueblos, como los iberos y celtas, cuando llegaron los griegos y fenicios. Los primeros ya tenían conocimiento de los Tartesos, en la actual Andalucía, allá por el 1000 AC. Los segundos fundaron por estas mismas épocas ciudades hoy antiquísimas, como Cádiz y Adra, por ejemplo. Después los cartagineses, quienes casualmente eran de origen fenicio, pero establecidos en el norte de África, hicieron presencia y también alzaron ciudades, como Cartagena, en honor a la próspera Cartago, alrededor del 200 AC. Pero justo en este tiempo, los romanos, en su empresa expansionista que la tomaron por la fuerza y la convirtieron en una provincia de su imperio, llamándola Hispania, de donde deriva su actual nombre. Ciudades importantes como Sevilla y Toledo, por ejemplo, eran las antiguas ciudades romanas de Hispalis y Toletum. Y su presencia en estas tierras fue de más de siete siglos (hasta el S. V DC)



Pero además, entre los antiguos bárbaros, los visigodos, quienes arribaron a la península ibérica en 412 DC, para quedarse, contribuyeron de manera sustancial al génesis de la nación española, sobre todo al fusionarse con la herencia románica, principalmente la religión cristiana, que fue adoptada por el imperio en tiempos de Constantino y difundida por todo el continente, donde fue de igual manera asimilado. De tal manera que este factor fue determinante en la conformación de los pequeños reinos medievales, tales fueron los casos de Asturias, Cantabria, Navarra, Castilla, León y Aragón. Pero antes de unirse todos estos pequeños reductos monárquicos para conformar un gran reino único y futuro poderoso imperio, España tendría que esperar ocho siglos de ocupación árabe. Los moros eran un pueblo totalmente ajeno a la cultura occidental, en todos los aspectos, pero sobre todo en su religión, el islam, que no sólo ya practicaban, sino que estaban diseminando de manera increíblemente rápida y exitosa por doquier, ya lo habían hecho en todo el Oriente próximo y medio, el norte de África, y resueltos, en su afán migratorio y de poder, atravesaron el estrecho de Gibraltar para tomarse España en 711, con la intención de conquistar el resto de Europa desde el occidente. De hecho, ocuparon Andalucía y casi toda la península, excepto por los pequeños reinos del norte, que opusieron resistencia. Fueron siglos de lucha incesante y resistencia tenaz, hasta que finalmente, cuando se unieron los reinos de Castilla y Aragón, con los reyes católicos, que se logró la total reconquista al ser expulsados los últimos moros de Granada, en 1492, el mismo año que el almirante Cristóbal Colón, auspiciado por el naciente nuevo imperio europeo, descubría el Nuevo Mundo.



Los árabes no lograron quedarse, ni llegar al resto de Europa desde el occidente, pero dejaron su sello en España, a través de su rica cultura. De hecho, Córdoba, sede del califato del mismo nombre, llegó a ser en sus tiempos, la ciudad más culta y próspera de Europa. La contribución de este pueblo es invaluable en las ciencias, matemáticas, comercio y cultura. La lengua castellana fue enriquecida por el árabe, sumando a sus raíces romanas y visigodas, haciendo de éste uno de los idiomas más ricos del mundo. Hoy en día, la herencia árabe es más que evidente, y una región donde este sabor es inequívoco es Andalucía, donde la música y la arquitectura lo reflejan claramente. Otros que también formaron parte de la sociedad española por mucho tiempo, fueron los judíos, quienes llegaron a echar raíces y enriquecerse mucho como expertos comerciantes, principalmente en la adelantada y cosmopolita España mozárabe, pero de igual manera, al final fueron expulsados por los reyes católicos por razones religiosas. Estos son los sefardíes, quienes, después de tantos siglos, aún conservan sus antiguas costumbres y hasta el castellano arcaico, en sus actuales reductos en Turquía y Grecia.



Entré un poco en detalle en el caso de España, porque es un caso muy elocuente del impacto de los movimientos migratorios. Además, nuestra región fue conquistada y colonizada por España y Portugal, país, este último con una historia estrechamente ligada a la del primero. Entonces, estos europeos que devienen de un crisol de culturas y de razas, vinieron a fusionarse con nuestros indígenas, y así surgió la América Latina, que es más bien la América mestiza y multirracial, porque enseguida se sumaron los habitantes de raza negra, los que no emigraron por su libre y espontánea voluntad, sino que, como es sabido, fueron arrancados de sus tierras africanas a la fuerza por los colonizadores y traídos para someterlos a la esclavitud.


La historia es cíclica, siempre se repite lo mismo. El hombre ha emigrado desde siempre, lo que varían son las circunstancias y los países o lugares que son abandonados por sus habitantes y los que son receptores. A finales del S. XIX y comienzos del S. XX hubo olas migratorias masivas de Europa al continente americano. Los Estados Unidos de Norteamérica, a pesar de ser ya una nación poderosa, se seguía gestando como potencia, y la clave de ese logro, era multiplicar la fuerza de trabajo, y eso lo hacía casualmente recibiendo cientos de miles de inmigrantes de todos los confines del mundo, como la China o la India, y especialmente de una Europa decadente, sumida en las guerras y los conflictos sociales. Y los países de América Latina también seguían siendo receptores de inmigrantes, especialmente los del cono sur, como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, los que a partir de entonces marcaron una tendencia creciente a un desarrollo económico sostenido por varias décadas durante el siglo pasado. Pero los problemas no se alejaron del viejo continente, y los conflictos bélicos, que a su vez traían severas crisis socioeconómicas, se extendieron por medio siglo. Es así, como España, por ejemplo, durante la guerra civil, se vio obligada a ver emigrar a miles de sus hijos, incluyendo a niños, que para salvarlos de la guerra, fueron esparcidos a lugares tan distantes como América Latina y hasta la fría y lejana Rusia. Y al quedar toda Europa sumida bajo el fuego de la segunda guerra mundial, las olas migratorias continuaron, más aun cuando aquel continente había quedado en ruinas y parecía muy lejana la recuperación y era impensable el desarrollo económico. Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, potencias históricas, quedaron devastadas y millones de sus habitantes, encontraron una nueva vida en los países del nuevo mundo. La que fue una época muy dura para Europa, lo fue de bonanza y crecimiento para Norteamérica y casi toda América Latina.


Jorge Gamero Paguaga

14 de marzo de 2009


Los Inmigrantes, según Eduardo Galeano

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