Al igual que nuestro continente, África fue conquistada y colonizada por los europeos. América fue repartida en su mayoría por España y Portugal, siendo hoy la América Latina, una de las regiones más homogéneas del mundo, a pesar de su enorme extensión territorial, desde el Río Grande hasta la Patagonia, donde hablamos castellano y portugués, en el caso del Brasil. Como sabemos, también intervinieron Inglaterra, Francia y otras naciones europeas, aunque en menor medida, dado que, Estados Unidos, por ejemplo, una ex colonia británica, se forjó y se desarrolló como una nación independiente de manera temprana a partir de las famosas trece colonias de la costa este. Más bien se podría destacar lo que hoy es Canadá, algunas islas del Caribe y pequeños territorios de Centro (Belice) y Sudamérica (Guyana). Igual ocurre con Francia, con los casos de ex colonias como Quebec, en Canadá, la Guayana en Sudamérica y Haití en el Caribe, zona donde de hecho hoy posee provincias de ultramar, como Guadalupe y Martinica. Otra nación que dejó alguna huella en este continente fue Holanda, fundadores de New Amsterdam, hoy New York, y colonizadores del Caribe, con sus Antillas Holandesas (Aruba, Bonaire y Curazao). Alemania e Italia no tuvieron ninguna presencia colonial en el nuevo mundo, aunque a finales del S. XIX y comienzos del S. XX, enormes olas migratorias de ciudadanos estos países, sumidos en guerras y caos, arribarían a América Latina, sobre todo al cono sur, en busca de nuevos horizontes y marcarían su huella en la identidad nacional de las nuevas naciones de la región.
África, por su parte, fue repartida en su mayoría, entre Inglaterra y Francia. La primera ,cuyo apogeo imperial fue en la época victoriana, se posicionó en todos los puntos cardinales del continente, como el occidente y golfo de Guinea, con países como Nigeria, Ghana, Gambia, Sierra Leona, etc., en cuyos países costeros se encontraban los mercados de esclavos de la época colonial. En el oriente, el Reino Unido colonizó a Uganda, Kenia, Tanzania y Malawi; y en el sur a la República Sudafricana, Zambia, Zimbabwe y Botswana. Fueron además parte del imperio británico el Sahara nororiental, con Egipto y Sudán. Mientras Francia se extendió por el occidente del continente, desde el mediterráneo: Argelia, Marruecos y Túnez, Costa de Marfil, Senegal, hasta el Congo Brazaville, en el Golfo de Guinea, pasando por las saharianas Mauritania, Chad, Mali, Níger y la actual República Centroafricana. Gabón y Camerún fueron intervenidos por alemanes, británicos y franceses. De la península ibérica, fue muy importante la colonización africana por parte de Portugal, país pionero de navegantes y descubridores. Fueron colonias suyas Angola en la costa atlántica y Mozambique en la costa sudoriental, países donde dejaron su huella marcada con su idioma, religión y arquitectura.
A diferencia de América, otros países europeos se sumaron al reparto de este continente: Alemania, como ya se mencionó, intentó adjudicarse Camerún, pero también Togo, en el golfo de Guinea, así como Tanzania, Ruanda y Burundi, en el África oriental; y Namibia, al sur, territorios que posteriormente pasarían a ser parte del devorador imperio británico. Hasta Bélgica incursionó, con la colonización de la actual República Democrática del Congo, la enorme y desconocida nación del centro africano que por muchas décadas fue conocido como Zaire, un país lleno de selvas y riquezas naturales, así como de conflictos sociales y político-militares, como la mayoría de las naciones africanas. Holanda hizo su intento de colonización en Sudáfrica, pero los británicos se impusieron, en la guerra de los Boers, de finales del S. XIX y comienzos del S. XX. Por su parte, Italia quiso formar parte de los europeos conquistadores. Tomó posesión de Libia, hizo un intento con el Chad, que era colonia francesa, e intervino en Somalia y Etiopía, aunque perdió esta última a manos de los británicos, al igual que Libia, en 1943, conservando Somalia hasta 1960. Fue durante esta década y la de los setenta que se llevaron a cabo los procesos de independencia de las colonias africanas.
¿Y España…?
Como vimos, fueron varias las naciones europeas que se repartieron el “pastel” africano, impulsados por sus instintos imperialistas y de ansias de poder y riquezas. Portugal tuvo mucho que ver, aunque no tanto su vecina, la también ibérica España, que había tenido su época de gloria en los siglos XVI y XVII, y que decayera para ver encumbrarse a otras potencias, como el Reino Unido, que llegó a su esplendor imperial en el S. XIX. España se había focalizado en sus colonias americanas, las que perdió en su mayoría durante las primeras décadas del S. XIX, siendo las últimas Cuba y Puerto Rico, en 1898, ante el nuevo imperialismo se cernía en el mundo, el de los Estados Unidos de Norteamérica. En Asia, tenía como única colonia las Islas Filipinas, que logró su emancipación en también en 1898, dejando su huella, sobre todo con la difusión de la religión católica.
En el continente africano, España logró consolidar algunos enclaves que actualmente forman parte del territorio nacional, como Ceuta y Melilla, al norte de Marruecos, y las Islas Canarias. Pero también tenía dos colonias importantes, una era el Sahara español, hoy conocido como República Saharaui y la República de Guinea Ecuatorial. Ambas, muy diferentes entre sí, una es desértica y de raíces moras, la otra tropical de raíces negras. Una, aún se debate en la lucha por su libertad, de su emancipación total, pero no de una nación europea, sino de otra nación africana. La otra, con una pequeña superficie territorial, es independiente y soberana, en la lucha contra la pobreza, los lastres del pasado y el peso de las crisis de hoy. Ambas muy disímiles, pero tienen en común que ambas son africanas y en las dos se habla en español.
La República Saharaui:
España tenía puesto sus intereses en las costas africanas del Mediterráneo y la costa occidental del Sahara. En el S. XV, desde las islas Canarias, los españoles incursionaron en el territorio continental a través de Villa Bens e Ifni. De hecho, Isabel la Católica, así como apoyó al almirante Cristóbal Colón en su empresa, que les hizo ganar un nuevo mundo, también insistía en la Reconquista de África. Pero la misión de conquistar y colonizar las Indias Occidentales, desvió la atención de los monarcas siguientes de la misión africana. Además, los esfuerzos se centraron en la cuenca mediterránea, de lo que aún conservan las ya mencionadas Ceuta y Melilla. En el Tratado de Sintra (Portugal), de 1509, España renunció a sus derechos sobre la costa noroccidental a favor de sus derechos en la costa mediterránea.
Sin embargo, una vez que la Corona Española ya tenía totalmente controlado el Nuevo Mundo, reanudó sus intereses por la reconquista africana, más que nada por la importancia que ello revestía desde el punto de vista geopolítico, donde las potencias europeas se debatían por imponer su presencia y hegemonía. Siempre, a través de Canarias, retorna la incursión española en lo que hoy es Marruecos, una zona donde Francia también defendía sus propios intereses, a finales del S. XIX. Al final, en 1904, a través del Tratado de Algeciras, ambas naciones se repartieron en dos protectorados, al norte, el español, con capital Tetuán, y al sur, el francés, con capital Rabat. Pero España extendió su presencia al sur de la zona francesa, donde antaño la había iniciado, territorio que hoy es la República Saharaui. Ambos protectorados, el francés y español, fueron reconocidos por el Sultán de Marruecos en 1912.
Sin embargo, Marruecos logró su independencia definitiva de Francia y España en 1956 y se constituyó en una monarquía constitucional. Por su parte, el sur del protectorado español, denominado Río de Oro y el enclave de Ifni pasaron a conformar juntos en 1934 la África Occidental Española, la que en el año 1956 pasó a ser una provincia de la nación ibérica. El carácter misionero y evangelizador de la colonización española en el Nuevo Mundo o Indias Occidentales, fue complicado de replicarlo en esta parte del África, dado que la fe islámica estaba muy arraigada. No obstante, se implantó un régimen que intentaba trastocar la cultura e idiosincrasias locales, creando un claro choque que habría de prevalecer siempre, como ocurrió con todas las colonias europeas en este continente y en Asia.
La independencia de la República Saharaui fue propuesta a España por la ONU en 1967, pero esta era una “manzana de la discordia” que también disputaban Marruecos, Argelia y Mauritania, lo que generó un conflicto que perdura hoy en día. España, finalmente cedió en 1975 este territorio a Marruecos y Mauritania. La República Saharaui estaba luchando por su emancipación total, por lo que surgió el Frente Polisario (FP), movimiento revolucionario que proclamó la independencia el 27 de febrero de 1976. El FP cuenta con el apoyo de Argelia, donde tienen su centro de operaciones. Por su parte, Mauritania renunció a su reclamación en 1979, pero no así Marruecos, que administra de facto el territorio Saharaui, que sigue en su lucha por ser una nación libre y soberana en el concierto de las naciones africanas y el mundo. (Fuente: La Página de la República Saharaui)
Para conocer en detalle sobre este país africano, su cultura y su lucha, acceda a través del siguiente link:
La Página de la República Saharaui - LASONET
La República de Guinea Ecuatorial:
Los portugueses, que eran navegantes por excelencia, fueron los primeros europeos en llegar a esta zona del Golfo de Guinea, entre ellos Fernando Poo, con cuyo nombre se bautizara a las islas Bioko y Annobón, que junto al territorio del continente, denominado Río Muni, constituyen la República de Guinea Ecuatorial, de tan solo 28 mil km2, ubicado entre Camerún, al norte; Gabón al sur y este; y el océano Atlántico al oeste. Este territorio utilizado como un importante centro de comercio de esclavos, permaneció en manos lusitanas por casi tres siglos, desde 1493 hasta 1778, año en que fue cedido a la Corona Española, a cambio de territorios en litigio del Nuevo Mundo, como Colonia del Sacramento, en el disputado Uruguay. Como un dato interesante, vale destacar que la nueva y flamante colonia africana de España, pasó a formar parte del lejano Virreynato del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires, lo que no duró por mucho tiempo, pues este dejó de existir en 1810, con la conformación de la Primera Junta, durante la Revolución de Mayo.
Los ingleses, que en el S. XIX extendían su imperio sin parar, no pasaban desapercibida la presencia española en Guinea. En 1840, quemaron las factorías de Corisco, fuente del comercio de esclavos, heredadas de los portugueses, y a partir de entonces, por décadas le hicieron la vida imposible a los ibéricos, aunque no lograron conquistar el territorio. En las décadas siguientes, los españoles intensifican su presencia a través de exploraciones en Río Muni, o región continental. Pero otra potencia europea: Francia, también cuidaba sus intereses, en el territorio que hoy ocupan Camerún y Gabón, que formaban parte de la África Occidental Francesa, justo donde se ubicaba el enclave español. Es así como en 1900, ambas naciones, de acuerdo a la Conferencia de Berlín, delimitan sus fronteras, donde España sale perdiendo y se queda con el reducido territorio que hoy es Guinea Ecuatorial.
En 1956, la colonia pasa a ser una provincia más de España, y en 1959, sus ciudadanos adquieren los mismos derechos que los de la península. En 1962, el país alcanza el PIB per cápita más elevado del continente, aunque la metrópoli inicia un proceso de modernización demasiado tarde. Finalmente, la ola de ansias de independencia y soberanía que recorre el continente, invade a Guinea Ecuatorial y a través de un referéndum, se decide la independencia, la cual es efectiva en 1968 y en octubre de ese mismo año se convoca a elecciones. En ella participan dos líderes claramente definidos: Bonifacio Ondó, pro metrópoli y franquista; y Francisco Macías, pro independentista. Macías ganó las elecciones y recibió el poder el 12 de octubre de 1968. Es así como Guinea Ecuatorial inicia su vida como nación soberana e independiente, pero despunta con una dictadura que habría de durar casi 11 años, donde el dictador derogó los partidos políticos y funda el Partido Único Nacional. Impone un régimen de terror, donde las relaciones con España, la ex metrópoli se tensionaron en extremo, hasta el punto que hubo un éxodo masivo de españoles. Las persecusiones estaban a la orden del día. La sufrieron además la iglesia católica, los residentes de países vecinos, como los miles de trabajadores nigerianos, hasta la comunidad portuguesa se vio obligada a abandonar el país. Y lo peor, miles de ciudadanos nativos tuvieron que huir de su propio país ante la insostenible situación. Las cosas marchaban de mal en peor, hasta que en agosto de 1979 explotó la crisis.
Fue a través de un golpe de estado que el teniente coronel Teodoro Obiang Nguema, consigue llegar al poder y conforma el Consejo Militar Supremo. Se convierte en el nuevo presidente de la nación y bajo el lema “Por una Guinea mejor”, se da a la tarea de reconstruir el país. Sin embargo, este nuevo líder no se escapó al mal y su régimen es considerado hoy en día uno de los más represivos del mundo. Guinea Ecuatorial es, como la mayoría de las naciones africanas, víctima de las crisis eternas, donde el dolor y la muerte suelen ser cosa cotidiana. Sin embargo es necesario voltear la mirada a esta parte del mundo y ver que tienen tantas cosas que valen la pena conocerse y valorarse. Nosotros, los latinoamericanos, a pesar de tener con ellos todo un océano de por medio, deberíamos acercarnos más a conocer la realidad de estas naciones, tanto la República Saharaui como la República de Guinea Ecuatorial. A fin de cuentas, compartimos algo en común, todos hablamos el mismo idioma, pero además nos une el hecho que sabemos lo que es la lucha por algo tan valioso e imprescindible, como es la Libertad. (Fuente: Bienvenidos a Guinea Ecuatorial).
Para conocer en detalle sobre Guinea Ecuatorial, su cultura y su lucha, acceda a través del siguiente link:
BIENVENIDOS A GUINEA ECUATORIAL
Jorge Gamero Paguaga
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