Como sabemos, el mundo está dividido en dos: uno rico y otro pobre. Los países del hemisferio norte, en su mayoría forman parte del primero, como Estados Unidos y Canadá, en Norteamérica, así como Europa y Japón. Y la mayor parte del hemisferio sur, conforman el mundo pobre o denominado tercer mundo, como África y América Latina. También es sabido que éste es un problema estructural de vieja data, desde que los países europeos llegaron a las nuevas tierras, las colonizaron y explotaron para su propio enriquecimiento, a la vez que dejaban sumidas en el atraso y la pobreza a una gran parte de este planeta que hoy en día conforman una cantidad considerable de naciones libres.
Pero ése fue sólo el comienzo. En el caso de África, la historia de colonialismo y explotación fue larga, consiguiendo la mayoría de los países del continente negro lograr su independencia recientemente, durante los años 60’s y 70’s del S. XX. No es casualidad que las naciones más pobres y atrasadas del mundo se encuentren en esas latitudes, como Sierra Leona, Mozambique, Liberia, Chad, Sudán, Angola, entre otros. En el caso de América Latina, todas las naciones del subcontinente, alcanzaron su independencia en el S. XIX. En el caso específico de Centroamérica, después de un proceso pacífico, a diferencia de México y las naciones de Sudamérica, que fue convulsionado, se firmó el acta de independencia el 15 de septiembre de 1821. Pero casi de inmediato, el istmo pasó a ser parte del imperio mexicano de Iturbide, del cual se separó en 1823 para conformar la República Federal de Centroamérica.Lamentablemente, a lo interno de cada una de las provincias, ya se estaban gestando los grupos de poder político y económico, y a través del caudillismo surgieron los nacionalismos, que en realidad respondían a intereses creados, y así dieron al traste con la república federal y surgieron los nuevos cinco países en el concierto de naciones libres y soberanas de Latinoamérica. De hecho, hubo algunos intentos posteriores de reunificación, pero ninguno funcionó. La región fue víctima de su propia clase política y sus intereses particulares, pero además, de los intereses de las grandes potencias, como el caso de los Estados Unidos y su política del “big stick” y el “divide y vencerás”, haciendo de las suyas durante todo el S. XX.
Sí, es incuestionable que Centroamérica, como el resto de América Latina, ha sido víctima de los intereses de las potencias mundiales a lo largo de su historia. Pero ¿acaso el atraso y la pobreza actual de la región responde solamente a esos antecedentes? ¿O acaso nosotros mismos, los ciudadanos centroamericanos tenemos culpa de ello? Por supuesto que es así, y con anterioridad ya se abordaron también estos antecedentes. La clase política de la región ha sido el peor obstáculo para el desarrollo de la misma. Para comenzar, a causa de las rivalidades internas, a causa de los intereses creados, la unidad política del istmo se vio fracturada y quedó vulnerable ante las intervenciones foráneas. No hubo interés por lograr una reunificación, al contrario, a través de los caudillismos y cacicazgos, se consolidaron los nacionalismos y cada país era visto como la finca particular de los nefastos polítiqueros, que eran también los grandes dueños de los medios de producción. Y para colmo de males, cuando Centroamérica tiene todo para ser una región altamente desarrollada, a causa de sus recursos naturales y humanos, no sólo se ha arraigado el terrible flagelo de la pobreza entre las grandes mayorías, sino que se ha instaurado además la cultura de la pobreza.
Jorge Gamero Paguaga
15 de abril de 2009
Haga clik sobre la tabla de ICEFI con datos CEPAL, para agrandarla y ver los datos
No hay comentarios:
Publicar un comentario