martes, 15 de junio de 2010

Luz para África

El ex presidente de la República Sudafricana, permio Nobel de la Paz y héroe nacional, Nelson Mandela, no pudo asistir a la inauguración de la COPA FIFA 2010, pero envió un mensaje, el cual fue leído por el actual presidente de ese país, Jacob Zuma. “La Copa del Mundo 2010 es más que un simple juego, ella simboliza el poder del fútbol para unir a la gente cualquiera sea su lengua, el color de su piel, su color político o su religión. Reafirmamos nuestro rechazo a la discriminación, y nuestra voluntad de luchar contra la pobreza en nuestras sociedades”, expresó Mandela.




Y es cierto, este evento mundial trasciende el mero deporte, une a los pueblos y nos recuerda que son más las cosas que nos hacen similares que aquellas que nos separan. En otra parte de su mensaje, Mandela recuerda que África es la cuna de la humanidad, y por ello da la bienvenida de vuelta a casa a los participantes del orbe. Cabe señalar que según la ciencia, el homo sapiens tiene sus raíces en el corazón del continente africano, de donde emigró a todo el mundo a través de miles de años, evolucionando a la vez en todas las diferentes razas y etnias que existen hoy en día.


Sudáfrica, hoy por hoy, es el país más desarrollado del continente africano, con un Producto Interno Bruto (PIB) total de U$ 492155 (PPA: paridad de poder adquisitivo), según el Fondo Monetario Internacional (FMI, 2009), ocupando con este dato el puesto número 24 en el mundo. Su PIB per cápita es de U$ 9957, según el Informe de Desarrollo Humano 2009, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), siendo el lugar número 78 en el mundo por este dato en particular. Pero cabe señalar que ocupa el primero en África, y por sí sola, representa el 25% de todo el PIB del continente. (PNUD)




De hecho, África es el continente más pobre del mundo, o quizás vendría más al caso decir “empobrecido”. En este continente se encuentran algunas de las naciones menos desarrolladas del mundo. Tales son los casos de Mozambique, con un PIB per cápita de U$ 802 y una esperanza de vida al nacer de 47,8 años; Sierra Leona, con un PIB per cápita de U$ 679 y una esperanza de vida de 47,3 años; Rep. Democrática del Congo, con un PIB per cápita de U$ 298 y una esperanza de vida de 47,6 años; Níger, con un PIB per cápita de U$ 627 y una esperanza de vida de 50,8 años; Liberia, con un PIB per cápita de U$ 298 y una esperanza de vida de 57,9 años, entre otros (Informe DH 2009, PNUD). Son naciones donde los conflictos político-militares, conflictos étnicos y religiosos, la corrupción, la miseria, el hambre, las epidemias, la barbarie y la muerte, son cosas cotidianas.




Como se puede ver, si nos basamos en datos macroeconómicos, Sudáfrica es otra historia. La diferencia entre esta nación y sus vecinas del continente, la diferencia es abismal. No obstante, “crecimiento económico” no implica necesariamente “desarrollo humano”. En la lista de países, de acuerdo al Índice de Desarrollo Humano (IDH, PNUD 2009), la nación sudafricana ocupa el puesto 129, con un IDH de 0,683. (En este ranking, el número uno es Noruega, con 0,971, y el último lugar, 182, el ya referido Níger, con un IDH de 0,340)



De hecho, el relativo desarrollo de la nación sudafricana a su vez, está dividida en dos realidades opuestas, la pujante nación de las grandes ciudades y los capitales en manos de pocos y las multinacionales, y la pobreza en que viven aún millones de sus habitantes. Es así como el PIB per cápita arriba detallado no refleja el drama de una nación, donde una cuarta parte de su población, en realidad vive con menos de U$ 1.25 al día y la esperanza de vida es de 55,1 años (PNUD). Lamentablemente, por esa razón, y no solo por pertenencia geográfica o su rica flora y fauna, es que la República Sudafricana es también esa África que conocemos. Mandela lo sabe, y por ello habló también en nombre de un continente entero.




Y sin embargo, es mucho lo que se ha logrado en los últimos 20 años. Fue ciertamente una enorme victoria, pues acabar con cientos de años de colonialismo, esclavismo y explotación, no fue nada fácil. La última etapa de esta negra historia, fue el oprobioso régimen del apartheid, un flagelo del S. XX, iniciado en los años post segunda guerra mundial por el Partido Nacional del país africano, inspirado en el nacismo. La segregación racial llegó al extremo, donde los pueblos negros originarios fueron sometidos por las minorías blancas en el poder. Los hombres y mujeres de raza negra no tenían derecho a votar ni movilizarse libremente por su propio país. Eran vistos como seres inferiores, por lo que debían vivir separados de los blancos, en gettos, sin derecho a compartir los sistemas públicos de salud, educación o sitios de esparcimiento. Fueron víctimas de masacres y genocidios, y al llegar a estos extremos indescriptibles de terror, es que muchos pueblos y naciones del mundo reaccionaron, condenando y aislando al nefasto régimen.




En 1989, el último tirano del Partido Nacional y apartheid, Pieter Botha, fue depuesto y lo sustituyó Frederik De Klerk. Cediendo a la presión interna y externa, comenzó el principio del fin del régimen del terror. El líder del Congreso Nacional Africano (CNA), Nelson Mandela, quien había iniciado su lucha desde joven y tenía 27 años de estar en prisión, fue finalmente liberado. En 1993, por fin les fue otorgado a las mayorías negras el derecho al voto. Fueron convocadas elecciones libres en 1994, donde Mandela, candidato del CNA, por unanimidad, ganó con mayoría absoluta. Fue así entonces como las banderas de la democracia y la libertad fueron enarboladas en esta sufrida nación, la que dejó de ser aislada y se integró renovada a la comunidad internacional. La misma que hoy es anfitriona de una Copa del Mundo, algo que 20 años atrás era totalmente impensable.




La República Sudafricana fue elegida por la FIFA de manera muy justa y acertada, en representación de toda África, por ser la nación de relativo mayor desarrollo del continente negro, capaz de organizar un evento de tal magnitud. Aún le falta a este país mucho camino por recorrer para cerrar las brechas y conquistar la justicia social por la que tanto luchó Mandela. Pero contar hoy con una nación libre y democrática, no tiene precio. Ojalá el futuro sea glorioso para esta tierra, pues lo merece, hija de un continente tan hermoso y especial, que lo tiene todo para salir del subdesarrollo y ver hacia el futuro con dignidad. Un continente que cuenta con valiosísimos recursos naturales y humanos, pero que aún necesita de luz. Y corresponde al mundo entero dar esa luz a África y sus países, para que ellos mismos puedan ver el potencial que tienen, desarrollarlo y producir su propia luz. La República Sudafricana, ya lo logró, y hoy la está compartiendo con sus hermanos y el mundo, demostrando que sí es posible conseguirlo. No cabe duda que la tierra de Mandela y el legendario Shaka Zulu, es un ejemplo para un continente y el planeta entero.


Jorge Gamero Paguaga













sábado, 5 de junio de 2010

Asesinos de nuestro hogar


Estamos a finales de la primera década del tercer milenio y el siglo XXI. Es increíble, pero es así como pasa el tiempo de rápido. Atrás quedaron los aciagos años de las guerras mundiales del convulsionado siglo XX y la guerra fría. El mundo estuvo pendiendo de un hilo, a causa de una guerra nuclear, pero sí, aún estamos acá.





Pero no podemos cantar victoria, el fantasma de un cataclismo nuclear aún prevalece. Ya no por la guerra fría, pero sí por la guerra entre Oriente y Occidente. Vivimos tiempos de mezclas peligrosas de fundamentalismos religiosos y armamentismos, de intereses geopolíticos y guerras comerciales, tiempos de confusiones e incertidumbre ante el futuro, tiempos de terror y horror. Todo causado por nosotros mismos, los seres humanos, y con ello acarreamos a las demás especies de seres vivos de este planeta azul maravilloso y único que es el hogar de todos.



Y a es causa de los intereses creados de unos pocos, llámense estados, corporaciones multinacionales, individuos o grupos de poder político y económico mundial, que el mundo está siendo destruido, en detrimento de las inmensas mayorías, de miles de millones de personas, la flora y fauna, marina y terrestre. Sin ir muy lejos, todos podemos ver la contaminación de nuestro entorno, en nuestros pueblos y ciudades y sus alrededores. También lo podemos sentir con el evidente cambio climático que está trastornando la naturaleza y sus ciclos.



Y sin embargo, a pesar de los esfuerzos e intentos de los ecologistas del mundo por detener la tragedia, aún sigue llegando el dióxido de carbono a la atmósfera, se siguen contaminado los cuerpos de agua: mares, lagos, lagunas, estanques, humedales, manglares, ríos y arroyos, por sustancias tóxicas y letales. Un ejemplo actual de enorme impacto, es el gravísimo derrame de petróleo en el golfo de México, considerado el peor de la historia y una catástrofe ambiental de dimensiones dantescas.



Pero igual contaminamos el medio ambiente desde las áreas urbanas con miles de toneladas de basura, incluyendo el nocivo plástico, que demora más de cuatrocientos años en degradarse. Las fábricas y los automotores tampoco dejan de seguir en su otra tarea, la de asesinar lentamente el planeta. En los bosques, las sierras no paran de tumbar árboles por millones y las fronteras agrícolas siguen amenazando los ecosistemas. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), más del 60% de los mismos, ya han sido depredados en el planeta.



Todas estas cosas ya son conocidas hasta la saciedad, mucho se habla, se escribe y se difunde por todos lados, todo el tiempo, por aquí y por allá. Pero hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, no está de más sumarse a las voces que nos recuerdan que La Tierra, nuestro hogar, está siendo asesinado, lentamente, a diario y sin tregua. Y que es preciso revertir este crimen y rescatarlo, antes de que sea demasiado tarde, por el bien de la naturaleza, su flora y fauna y obviamente, por el bien de nosotros mismos. No caigamos en el error de tomar el tema como un cliché o algo de rutina, o pensar que se trata de más alarma que otra cosa, de un problema sobre dimensionado. Sumirnos en la comodidad de subestimarlo y verlo pasar de lejos, es exactamente lo mismo que contribuir al crimen sobre el planeta y las futuras generaciones. ¿Acaso es eso lo que queremos…?


Jorge Gamero Paguaga